En un mundo de violación y violencia contra la mujer, la promoción de la revolución y la dirección de Bob Avakian

25 de septiembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Nota de la redacción: Publicamos la siguiente correspondencia acerca de la experiencia del verano por las lecciones generales de salir ampliamente a todas las corrientes de la sociedad y promover la necesidad de la revolución y la dirección de Bob Avakian y porque trata de maneras importantes la cuestión de la violencia contra la mujer y su origen, cuestiones sobre las cuales hay —o tiene que haber— aún más debate y acción tras el video en que Ray Rice le pega a Janay Palmer y la deja inconsciente.

 

Hace poco, me enteré de un festival de cine en mi ciudad. Varias películas me llamaron la atención, pero le di prioridad a una, la que se centra en dos mujeres que luchan por la justicia. Una es una joven madre llena de cariño y entusiasmo, pero que también sufre horrores casi indescriptibles. Con valor permite que los cineastas documenten su historia de maltrato extremo —secuestro, abuso sexual y tortura física y psicológica y también a su pequeña hija que duraron días— para que el mundo vea lo que pasa con tanta frecuencia a las mujeres a puerta cerrada. La otra mujer es una defensora incansable de las víctimas de la violencia doméstica durante décadas, siendo víctima de maltrato de parte de su esposo cuando era más joven.

La película es espantosa, no sólo porque nos obliga a enfrentar de una manera muy íntima y concreta el vil terror y violencia que se inflige a las mujeres con regularidad (cada 15 segundos una mujer es golpeada en Estados Unidos), sino porque demuestra qué tan sistemáticamente funcionan en su contra las mismas instituciones a las cuales se les han dicho que debieran pedir ayuda: la policía, los tribunales, la ley. En una escena, la policía afirma que no tiene “ningún motivo” para detener ni siquiera interrogar al esposo después de que finalmente le quitaron a esta mujer de su custodia, ¡a pesar del hecho de que cada centímetro de su rostro y cuerpo está hinchado de moretones y está empapado de orines y semen del esposo! Seguimos esta defensora de la mujer por todo el país mientras que consulta y/o lucha con la policía, los fiscales, los peritos en medicina, los trabajadores sociales, los jueces, el FBI y otros. Después de años de esta lucha, por fin logran poner en prisión al hombre que comete este maltrato.

Al mismo tiempo, la fuerza de los personajes y la justicia de su lucha afectan a uno de modo que no sólo se indigna, sino que también se inspira. Todos pueden aprender algo al ver esta película. Arroja luz sobre lo difícil que es que una mujer salga de una relación abusiva, y sobre el valor de las que sí lo hacen. Sin embargo, aun con estos y otros puntos fuertes, en última instancia, la película propone una “solución” que es en realidad perjudicial. En esencia, plantea la necesidad de darles capacitación a los agentes de la ley para que respondan adecuadamente a la violencia doméstica. Además sostiene que el FBI es una fuerza que está más al lado de la mujer que la policía local. Voy a volver a los problemas al respecto en adelante.

Después de la película, se realizó una sesión de preguntas y respuestas con un impresionante panel de personas que han participado en la película, así como líderes feministas importantes. Correctamente, casi todos los que hicieron preguntas elogiaron a los individuos en la película por su coraje y por compartir tanta intimidad. Las preguntas abarcaron muchos temas, desde cómo podían formar confianza para hacer la película, a la diferencias del abuso doméstico en diferentes partes del mundo, a la función de las fuerzas del orden en respuesta a este abuso. En un momento, un panelista y alguien que planteó una pregunta debatieron si existían buenos policías o si todos eran malos. Un tema que surgió varias veces era la injusticia de que todos le preguntaran a la mujer víctima del abuso, “¿Por qué no lo dejas?” Los panelistas se enojaron por esa pregunta ya que responsabiliza a la mujer, en vez de preguntar por qué el hombre le pega. Un panelista explicó en detalle que la misoginia no es un producto de la “naturaleza humana”, hasta explicó que los iroqueses no tenían ningún concepto del patriarcado antes de que los europeos los colonizaran y que el bengalí (un idioma muy antiguo) no tenía pronombres de género porque el género no importaba cuando surgió ese idioma.

Para cuando me dieran la palabra, ya habían salido muchas ideas en la discusión, muchas de ellas observaciones y posiciones muy positivas. Al mismo tiempo, todo aún se limitaba a las condiciones existentes del mundo de hoy. Así que hasta el debate sobre si algunos policías son buenos y si se puede confiar en ellos para ayudar a las mujeres o si todos son malos, se daba a un nivel muy bajo y la visión de las personas en general no se extendía a cómo podríamos poner fin a todo este abuso de una vez por todas, pero al contrario, trataba qué podríamos hacer para que la ley funcionara mejor para las mujeres maltratadas.

Señalé que algo que la película demuestra concretamente es que los muchos obstáculos con los que topan en la búsqueda de la justicia en los tribunales y de parte de la policía y lo que esto enseña es que en esencia, no se trata de que haya policías individuales o no que se preocupen sinceramente por las mujeres, sino de que hay un estado que refuerza cierto estilo de vida. Los tribunales, las leyes, los agentes de ley y orden son parte de ese estado que refuerza un sistema y una sociedad en que la dominación masculina es un elemento integral a todos los niveles. Acepté lo que dijo el panelista quien argumentó que se trata de la naturaleza humana, y agregué que se trata de la naturaleza del sistema, el sistema del capitalismo-imperialismo, el que no puede eliminar el patriarcado. Por todo eso tenemos que eliminar el sistema. Me referí a la descripción horrorosa en la película de la manera en que el hombre solía sujetarle a la mujer por las orejas y orinar en su cara: “Por horrendo que sea eso, se trata de cosas que se pueden encontrar en la pornografía habitual en estos días, junto con todos los otros maltratos que acabábamos de ver”. A manera de conclusión, dije: “Ustedes tienen toda la razón de que no deberíamos preguntarles a las mujeres por qué no dejan a los abusadores. Pero también tenemos que ir más allá de por qué el hombre hizo lo que hizo. En lugar de eso, tenemos que preguntar, ‘¿Por qué aceptamos una sociedad que les enseña a millones y millones de niños varones desde una edad muy temprana que la tortura y la humillación de la mujer es algo excitante y aceptable? ¿Por qué aceptamos una sociedad que les enseña a millones y millones de niñas que su único valor consta en ser sexy o deseada por un hombre y que acepten ese maltrato y denigración — o que no tienen ninguna forma factible para escapar a tal situación? ¿Y por qué CARAJOS aceptamos un mundo en el que 1 de cada 3 mujeres en este planeta experimentará algún tipo de maltrato sexual o físico?’ La pregunta indicada es: ‘¡¿¡Cuándo vamos a hacer la revolución para poner fin a todo esto!?!’”

Se evidenciaba que algunos asistentes en el teatro abarrotado se escandalizaban por lo que dije, pero también que en su mayoría no podían descartarlo. Algunos, incluso el panelista que había defendido el papel de los agentes de la ley “buenos”, aplaudieron con entusiasmo. Otros me evitaron el contacto visual.

La sesión de preguntas y respuestas duró un poco más, seguida de una recepción en la que las personas conversaban entre sí. Me acerqué a muchas personas para hablar de la película y compartir el periódico Revolución. Algunas personas habían resultado muy conmovidas y reflexionaban mucho por lo que yo había dicho durante la sesión de preguntas y respuestas, y me dieron sus datos para conectarse con el movimiento para la revolución.

Al final de la velada, me acerqué a un grupo de mujeres de edad universitaria, y se emocionaron cuando se dieron cuenta de que yo era la misma persona que habían oído hablar de la revolución (el teatro no puso las luces y era difícil ver quién hablaba). Me dijeron que estaban todas en mi ciudad como parte de un programa feminista de prácticas de verano y que todas están en la misma universidad de élite. Su coordinadora de actividades estaba muy entusiasmada por lo que yo había dicho y dijo que sería maravilloso presentar ideas de este tipo a sus estudiantes en prácticas. Le mencioné la película de Bob Avakian, ¡REVOLUCIÓN — NADA MENOS! y sugerí que programáramos una noche para que los estudiantes en prácticas vieran y discutieran una parte de la película. Le encantaba la idea y sacamos nuestras agendas y lo programamos en el acto.

* * * * *

Un par de semanas más tarde, alrededor de una docena de estudiantes de prácticas y su coordinadora se reunieron en Libros Revolución y vimos el segmento de ¡REVOLUCIÓN — NADA MENOS! en el que Bob Avakian (BA) analiza profundamente el “fetichismo de mercancías” (la manera en que las relaciones de explotación entre las personas se ocultan debajo de la que parece ser una relación entre cosas... por ejemplo, cuando alguien se compra un iPhone, entra en una relación con las personas cuya explotación había producido ese teléfono), y las formas en que esta sociedad ha convertido en la norma la profunda y vil misoginia (el odio por las mujeres). Las jóvenes mujeres se quedaron calladas durante la mayor parte del clip, pero cuando BA denuncia —con mucho contenido así como un estilo puntiagudo— a Beyoncé por defender los intereses del imperialismo estadounidense, estallaron en carcajadas e impresión aprobatoria.

Les expliqué sucintamente el contenido del discurso en su conjunto y les hablé sobre BA, el líder del Partido Comunista Revolucionario quien está dirigiendo activamente a las masas para construir un movimiento para la revolución  real y es la persona que ha desarrollado una nueva síntesis de la revolución y el comunismo. De ahí, les dije que con gusto respondería a sus preguntas esa noche, pero antes quería que hablaran y respondieran acerca del contenido de lo que acabábamos de ver.

Lo que surgió primero y desde muchos ángulos fue el tratamiento del “fetichismo de mercancías” por parte de BA. Varias mujeres dijeron que piensan con frecuencia acerca de todo el trabajo y sufrimiento bajo condiciones de extrema explotación que se manifiesta en los móviles y la ropa que llevan y que la mayoría de las personas ni siquiera sabe que eso ocurre. En parte lo consideraban un problema más amplio que hay que analizar, pero en general lo veían en términos individuales, de debatir en su propia conciencia sobre si necesitan toda esa ropa de moda que les gusta comprar en comparación con el sufrimiento que representa esa ropa.

Un par de jóvenes mujeres dijeron que apreciaban lo que BA dijo acerca de la palabra “puta” y la frase “sé hombre” (si usted no ha visto el video, de verdad tiene que verlo), pero insistieron en que: “Hablamos de estos temas todo el tiempo, por lo que ya estamos familiarizadas con ello”. Unos minutos más tarde, otra contradijo esto, admitiendo: “Bueno, supongo que yo lo sabía en cierto sentido, pero tengo que admitir que el otro día le dije a alguien, ‘chúpeme la verga’. Y digo ‘sé hombre’ todo el tiempo. En verdad, nunca pensé sobre estas cuestiones de la manera en que él habla”.

Aquí, también, las estudiantes por lo general pasaron lo que él dijo por el prisma de los actos individuales, y no lo suficiente como comentarios y denuncias de la sociedad más amplia y lo que eso encierra. Por ejemplo, una estudiante explicó que en las residencias estudiantiles hay una lista de palabras que piden que los estudiantes eviten (la que incluye palabras como “puto”). Ella preguntaba si se debía incluir a las palabras “puta” y “sé hombre”. Le señalé que, si bien hay un elemento definitivamente positivo cuando las personas no utilicen tales palabras una vez que llegan a entender que concentran el odio por la mujer u otros sectores oprimidos de la sociedad, yo consideraba que había algo mucho más profundo y grande que BA decía. Las implicaciones de lo que él pone al descubierto no son simplemente que las personas deberían dejar de usar esas palabras (¡aunque desde luego que deberíamos hacerlo!), sino que estas palabras y su misoginia revelan algo muy profundo acerca de la forma general en que esta sociedad trata a la mujer y que tenemos que trabajar para transformar una cultura y una sociedad que pueden convertir tal odio en la norma.

Otra estudiante dijo que a su parecer, la cultura se ha vuelto mucho más misógina y quería saber si eso es cierto, y también quería saber por qué es cierto. A ella le gusta escuchar la música de su madre de los años 1960, como los Beatles y Bob Dylan, y toda esa música fue mucho más positiva que la música de hoy. Le dije que existía la misoginia en ese entonces también pero que ha empeorado, y le pregunté por qué. Dijo que tal vez se deba a que hoy la gente no lucha por el cambio positivo tanto como en los años 1960 y por eso hoy la música ya no lo refleja. Le dije que estaba de acuerdo y que por eso en gran parte BA recalca tanto la necesidad de una revuelta radical en la cultura contra la cultura que revuelve el estómago y la forma en que eso puede representar un estímulo positivo concreto para el cambio que necesitamos.

Una joven mujer negra explicó por qué había reaccionado de manera tan positiva a lo que BA dijo acerca de Beyoncé. Dijo que teme que “Beyoncé se esté apoderando del feminismo”, y que es un peligro cuando una celebridad como ella, la que no necesariamente comprende bien el tema, tiene tanto poder para definirlo. Era una crítica distinta a la que presentó BA, pero fue interesante y varias estudiantes hablaron sobre este tema y todas debatieron si era bueno o malo el que Beyoncé estuviera tan identificada públicamente como feminista. La mayoría opinaron de modo negativo, pero por diversas razones.

Otra mujer negra respondió a la conversación diciendo que no pensaba que era justo el que BA criticara tan fuertemente a elementos de la cultura negra e insistió en que la misoginia existe en todas partes y que ella se sienta molesta que él lo haga porque es blanco. Le pregunté qué pensaba de lo que dijo concretamente en esos ejemplos, y me dijo que estaba de acuerdo pero que cuando él pone tanto énfasis en ésos, da la impresión que los negros son los peores.

Yo no estaba de acuerdo. Le recordé la forma en que criticó a la música country y la película GI Jane y los juegos de video y otros elementos de la cultura. Pero también observé que BA sí plantea un reto especial ante los que este sistema ha desechado y tratado como menos que humanos, no porque son los peores o los más culpables, sino precisamente porque tienen un enorme papel que desempeñar como emancipadores de la humanidad. BA lucha fuertemente con los oprimidos, incluyendo a los negros, para que rechacen las formas de pensar del sistema precisamente porque sin hacer eso, seguirán esclavizados y oprimidos y el mundo entero seguirá tal como es con todos los horrores que eso implica para los miles de millones de personas sobre el planeta.

Recalcaba que urge que ella viera la película entera para entender más plenamente la perspectiva de BA al respecto — incluyendo el que él comienza con la cuestión del asesinato policial y que la opresión del pueblo negro es un elemento esencial de la fundación de Estados Unidos y una importante razón por la que necesitamos una revolución y que desde esa perspectiva él lucha tan duramente, inclusive con fuertes argumentos contra el atraso en los mismos pueblos oprimidos, para dirigir a la gente a volver a dar un paso adelante pero esta vez sobre una base aún más radical y liberadora y a ir hasta el final.

Tuve un intercambio con la joven mujer que en varias ocasiones planteó este tema, pero ella seguía viendo las cosas principalmente en términos de la política de identidad y ¿qué derecho tiene este hombre blanco de hablar acerca de la cultura de los negros y del pueblo negro?, aunque le costaba trabajo refutar lo que él dijo en concreto, una posición que es muy típica entre los jóvenes hoy.

Otras estudiantes hicieron preguntas acerca de la historia del comunismo, y expresaban muchas suposiciones equivocadas y calumnias acerca de esa historia, a la vez que se mostraban muy abiertas al hecho de que quizá estuvieran equivocadas, todo lo que era muy refrescante, y una de ellas compró el número especial de Revolución, “No sabes lo que crees que ‘sabes’ sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro”, y otras se fueron con otra literatura. Casi todas las estudiantas dejaron una forma de mantenerse en contacto con el movimiento para la revolución.

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